Viaje a Croacia

Aterrizamos en Venecia a media mañana tras un vuelo sin novedad. Era la primera vez que pisaba Italia y la verdad es que me quedé con ganas de más. Nada más coger el autobús y llegar a Piazza de Roma aprendí la primera lección de este viaje: Para hacer turismo en plan ver ciudades agosto no es el mes. Hacía un calor sofocante y además yo muy inteligentemente iba de largo. Por lo demás la ciudad me sorprendió. Casi todo el mundo me había dicho que Venecia era decepcionante y olía mal y ni una cosa ni la otra. Vimos así todo un poco a la pata carrera para no deshidratarnos, cogimos el coche y empezamos el viaje de verdad tirando al Este. Por cierto que iba bastante cagado porque me dejé el pasaporte en España y ya estaba planeando mi viaje en solitario por Italia cuando leímos en la guía (y pude comprobar más adelante) que se puede entrar en Croacia solo con el DNI.

Tras un par de horas en coche llegamos a la primera ciudad croata: Rijeka. Teníamos reserva para un albergue que nos había caducado hacía unas cuantas horas y para rematar no teníamos ni idea de donde estaba, así que tras preguntar a varios locales, unos con buena intención pero que no sabían inglés y otros que pasaban de nosotros como de la mierda conseguimos llegar al albergue en el que nos dijeron que estaba todo lleno. Así que ahí estábamos nosotros cinco, 11 de la noche en una ciudad extraña y sin un sitio donde caernos muertos. Decidimos posponer el problema de donde dormir y nos fuimos a tomar la primera cerveza croata. Así a modo de curiosidad decir que si tienes menos de 25 años el nivel de alcohol permitido en sangre al volante es 0.0, así que cuando volvimos del centro el marrón que me podía haber caído era importante.
Al final “dormimos” en una de las famosas playas croatas. Corren rumores de lo maravillosas que son las playas en Croacia pero no nos engañemos, venimos de un nivel mucho más alto. De todas las playas que pisamos la que tenia la arena mas fina tenia el tamaño de un puño, pero ellos las llamaban “sandy beaches” igualmente… Como se puede suponer durmiendo sobre piedras con un saco como colchón un sueño muy profundo no es que tuviéramos. Ahí María tuvo su primer contacto con sus amigos nocturnos que nos perseguirían durante todo el viaje. Unos días se quedaban observándonos, nos ponían las piquetas en la tienda… en fin, muy majos ellos. De todas formas no se duerme tan mal como puede parecer y a la mañana siguiente bien tempranito seguimos la ruta hacia Zadar.
Primera noche
Croacia es todavía barato en restaurantes, esa noche cenamos como unos cerdos comida típica de por allí (queso, jamón y carne) por unos 8 euros, y el resto de las noches no se nos dio mucho peor. Al día siguiente fuimos al parque nacional de Krka (no son muy amigos de las vocales por allí no). El parque en si era precioso pero la inmensa cantidad de domingueros que había por todas partes estropeaban un poco la experiencia….
El parque nacional de Krka
Tras dos noches en camping ya me empezaban a doler seriamente los huesos pero bueno, seguimos adelante ya rumbo a Split. A partir de aquí es cuando para mi las ciudades empiezan a ser verdaderamente bonitas. Las playas, aunque seguía doliendo andar descalzo por ellas merecían la pena, nunca había visto un agua tan limpia.
En la plaza de los cinco pozos, Zadar
Al día siguiente tomamos un ferry a Hvar, una islita a hora y tres cuartos de Split, que aunque solo Pati había estado alguna vez, todos coincidimos que era igualita que Ibiza. Aquí tuve mi primer encuentro con un erizo, cuyas espinas me acompañaron el resto del viaje hasta que armado de un buen alfiler, que por lo que se ve en Croacia no venden, ya me los pude quitar en casita tranquilamente. Hvar fue una de las cosas que más me gusto de todo el viaje, solo un día por allí la verdad que se me hizo poco pero bueno, quedaba mucho por delante…
A la mañana siguiente más coche hasta Dubrovnik. La autopista acaba en Split por lo que nos lleva bastante ratito llegar.
Ni un viaje sin la foto saltando. Aquí, en Drubovnik
Otra ciudad muy bonita, pero nos la pateamos en una tarde y como nada nos convence para quedarnos allí decidimos empezar ya a subir por la noche. Encontramos una calita preciosa donde decidimos hacer noche. Abrimos por fin las botellas que compramos en el aeropuerto y demuestro a los erizos que puedo cogerlos sin que me piquen (al día siguiente se vengarán de mi, otra vez…) Bien borrachos nos metemos en la tienda.

Me despierta un supongo perdonen, hola, salgan o sabe dios en croata. Quien está afuera? La policía!! Aunque ya suponíamos que la acampada libre no esta permitida, nos clavan un multazo de 145€m y podía haber sido peor ya que solo nos cobraron a 2 de los 5 que éramos (los hombres) dada la racha de estos últimos meses me empiezo a plantear hacer una colección de multas, todavía sigo dándole vueltas a la idea, espero no tener nuevas adquisiciones en mucho tiempo…
Seguimos tirando hacía el norte, parando en playitas a bañarnos, colándonos en campings y viendo pueblecitos pequeños pero resultones. La última noche, no encontramos sitio donde dormir y acabamos metiéndonos en un cobertizo que encontramos en la playa. Noto como los mosquitos me devoran y así pasamos la noche, con un viento que parecía que iba a llevarse el cobertizo y cada vez con menos sangre en las venas. Por alguna razón, a los mosquitos solo les gustamos Isa y yo, pero sobre todo yo.
Nuestro último hotelito
Y ya después de ocho días volvemos a Venecia, nos tomamos una Coca-Cola de despedida y nos vamos al aeropuerto, donde descubrimos que el vuelo tiene un retraso de 3 horicas. Ya en el avión vemos que a la que mas jode el retraso es a la azafata, probablemente ahora ex, que nos obliga a reclamar a Vueling.
como siempre, otra versión de lo mismo, esta vez más resumida, en el blog de jaime